Pasamos desapercibidos para la mayoría de ciudadanos pero nuestros ojos todo lo ven. La gran parte de los mortales desconocen nuestra presencia. Nuestro trabajo se extiende hasta lugares insospechados a los que la Policía pocas veces llega, pero nuestra labor se convierte muchas veces en determinante para aclarar cientos de casos en los juzgados.
Nuestra labor es pasar inadvertidos y que nadie se dé cuenta de que estamos allí. Así define un detective privado del territorio la parte fundamental de su trabajo. Intentar mimetizarse con el entorno.
El trabajo de los detectives privados se convierte en esencial en muchos casos de conflictos laborales. Su labor ha vuelto a primera plana pública después de que Administraciones Publicas hayan despedido a un trabajadores que han acreditado sus reiteradas y graves faltas. Sus infracciones pueden ser varias, pero uno habitual es dedicarse a un negocio privado en horas en las que debía servir a la Administración.
Siempre han existido casos de empleados que «trabajan en otras empresas o de absentismo laboral, y cada vez se dan más casos de instituciones públicas que acuden hasta nuestros despachos para aclarar dichas situaciones». Las instituciones públicas «poco a poco comienzan a perder el miedo a investigar a sus trabajadores. Empieza a perderse esa imagen de que el puesto de trabajo de un funcionario es para toda la vida y esa cierta impunidad que siempre hemos visto hacia a ellos.
El respeto que existía hasta ahora que es porque en muchas ocasiones no se les considera igual que un trabajador de una empresa privada». Por ello, en el caso de los funcionarios los indicios tienen que ser muy claros para que acudan a un detective privado. Aún así, en el caso de los funcionarios la situación es más grave porque tiene el agravante de que es dinero público. Aunque de momento no hay costumbre, la verdad es que son trabajadores como cualquier otro.